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sábado, 1 de enero de 2011

Caguas: rumbo al fracaso

Héctor Navedo Aponte
Caguas, Puerto Rico

Luego de vivir 26 años en Caguas, me atrevo a escribir unas sencillas oraciones sobre mi pueblo.  La ciudad criolla representa para mí la ejemplicación más grande del problema colonial de la Isla.  Sus dos enormes centros comerciales (Plaza Centro I y II y Las Catalinas Mall), sus urbanizaciones de acceso controlado para la burguesía y mafiosos, contrasta con la alarmante y penosa cantidad de ambulantes, la criminalidad en los residenciales públicos y el olvido de las zonas rurales del ‘nuevo país’ como lo bautizó el fenecido alcalde Miranda Marín (QPD).    

Primero, todas estas empresas norteamericanas que tienen su local en Plaza Centro o Las Catalinas Mall, ofrecen cientos de empleos a trabajadores cagüeños  y de pueblos limítrofes.  El problema con estos trabajos es que empobrecen a estos empleados con salarios mezquinos, jornada a tiempo parcial y ningún derecho marginal (plan médico, dental, seguro de vida, etc.).  ¿Es esto progreso?  Claro que no.  Ese dinero que se gasta aquí, va a parar a Estados Unidos y solo una mísera porción se utiliza para pagar la limosna que reciben los trabajadores.

Segundo, el problema de los menos afortunados nos debe importar a todos.  Hacerse de la vista larga no resolverá nada.  Decenas de personas (como usted y como yo) se encuentran día tras día pidiendo dinero en las luces, restaurantes, farmacias, servi-carros, estaciones de gasolina, entre otros.  Esta ciudad tiene muchas estatuas y lugares muy bonitos, a los que solo los adinerados tienen acceso.  Pero no se trata de estatuas y lugares bonitos, se trata de la gente, de esos que pasan todos los días por las mismas carreteras rotas, de los que casi nunca tienen agua, de esos que piden para comer, del enfermo que pide para comprar la droga, de esos de los que nadie habla y de los que no se acuerda nadie.

Tercero, el poco interés de en la gente del campo.  La administración colonialista (PPD) de Caguas, no atiende los problemas de las personas que residen en la zona rural.  La mala construcción, la falta de alumbrado y la escasez de agua potable son unas de las muchas necesidades que sufren los vecinos del campo.  ¿Será que los pobres no valen porque no aportan dinero a la campaña política? Como siempre, los gobiernos benefician a la burguesía y mafiosos que sí aportan ‘donativos’ a los políticos. 

Héctor Navedo
Enero 1 de 2011
6 y 56 p.m.