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sábado, 14 de julio de 2012

La organización en la Educación Superior



“-Cambiar o morir- es el grito de aliento entre los administradores de todo el mundo” (Robbins, 2004).

Una de las funciones esenciales de las universidades modernas es la construcción de nuevo conocimiento.  Para Arteaga y Cruz (1999) “las instituciones de educación superior promueven espacios de investigación, donde los diversos grupos académicos participan en la generación de nuevo conocimiento”.  Ese espacio no debe limitarse al perímetro de la Universidad.  El edificio no garantiza aprendizaje.  El aprendizaje se puede dar en cualquier parte.  No obstante la rectora de la UPR, Ana Guadalupe, opina diferente cuando en momentos de huelga dice que “los docentes tienen que completar sus clases y lo tienen que hacer en el Recinto de Río Piedras.  Las clases fuera del recinto no se pueden aceptar”, dijo Ana Guadalupe (2010, diciembre 18, pp.6).  Ese tipo de organización dictatorial es totalmente excluyente para situaciones especiales como la huelga y otras situaciones que pueda enfrentar un(a) estudiante.
Clark (1998) mencionó que “las organizaciones universitarias que heredamos hoy se remontan  finales del siglo XIX en Alemania. Este modelo se caracteriza por la importancia que concede a la investigación, en la que se centra una parte substancial de las actividades académicas, según algunos en perjuicio de la enseñanza y de otras funciones propias de una institución universitaria”.
“Desde las primeras universidades del medievo, autónomas y participativas, la actual pudo resistir la organización centralizada, estandarizada y jerárquica de la modernidad.  Aquella lógica horizontal de la universidad, instituida por profesores o estudiantes, constituidas en Bolonia, París u Oxford, persistió durante la constitución del estado nacional, centralista y burocrático”, dijo Gerardo Navas Dávila, profesor de la Escuela de Planificación de la UPR (2011, enero 12, pp.63).
 Las universidades estaban formadas por institutos.  De ellas surgen los laboratorios y los seminarios orientados a la investigación. De su lado, en Gran Bretaña, las universidades tenían características de colegio y su reducido tamaño era parte de esa organización.  En Francia, la educación superior estaba representada básicamente por grandes écoles.  Por su parte, la comercialización de la educación superior en los Estados Unidos comienza en el siglo XIX y en Puerto Rico durante la segunda mitad del siglo pasado como resultado de la industrialización acelerada del país. Su desarrollo se puede trazar en tres etapas de tiempo y modalidades de desarrollo que corresponden a la reestructuración de la economía, en particular su tercera etapa en el nuevo contexto de la economía y sociedad del conocimiento; los procesos de globalización, liberalización del comercio e integración regional (Aponte, 2004).
Ciertamente, las investigaciones necesitan tiempo para desarrollarse.  Ese tiempo no tiene que ser de adentro de unos portones.  Todo estará sujeto al tipo de investigación que se esté llevando a cabo.  Sin embargo, históricamente, las administraciones de la UPR se han caracterizado por su visión intransigente y dura.  Tal y como pasó con la implementación de la cuota de $800.  “(Los administradores de la UPR) buscaron una alternativa nada más, que es la cuota.  Yo estoy buscando otras, pero tienen que decirme cuál es la situación (fiscal) real”, dijo el Presidente de la Comisión de Hacienda del Senado Antonio “Toñito” Silva (2010, diciembre 30, pp.5).  Se evidencia nuevamente la falta de apertura, diálogo y transparencia por parte de la administración de la UPR al no tomar en serio las alternativas propuestas por estudiantes y docentes.  Esa actitud atropellante y canalla se refleja en comentarios como el siguiente: “la cuota no solamente sigue, sino que fue ratificada el viernes por la Junta de Síndicos.  La cuota tiene en este momento que permanecer.  Estuvimos buscando alternativas para que los estudiantes puedan tener suficiente dinero para sufragar la cuota y para que les sobre”, dijo Ygrí Rivera, expresidenta de la Junta de Síndicos (2010, diciembre 17, pp.24.).  En otras palabras, lo que quiso decir la expresidenta es lo no le importa el que no la pueda pagar y tampoco estuvo abierta a evaluar otras alternativas seriamente.  Otro comentario desgraciado fue el de la rectora, Ana Guadalupe cuando dijo que “hay que acostumbrarse a la Policía” (2010, diciembre 10, pp.10).  Ese comentario es una provocación a los estudiantes y profesores serios de la UPR.  Con lo desacredita que está la Uniformada de Puerto Rico, un comentario de ese tipo representa una burla a todos(as) los(as) universitarios.
“La universidad puertorriqueña es un híbrido con perfiles iberoamericanos, vínculos latinoamericanalista y matices estadounidenses por los procesos de transculturización” dijo  Manuel Torres Márquez (2010, diciembre 17, pp.72).  Aragunde (1996) ilustra que “las universidades son instituciones abiertas, organizaciones complejas y albergan procesos dinámicos de autogestión que tienen que mantener un intercambio y comunicación constante con la sociedad”.  Sin embargo, en la pasada huelga, la administración de la UPR se encargó de destruir a sus propios estudiantes utilizando a la fuerza represiva del País.  “Lo que más me preocupa es la grabación de las manifestaciones en la UPR por parte de la Policía.  Eso es carpeteo electrónico” (2010, diciembre 26, pp.41), dijo Osvaldo Burgos, Presidente de la Comisión de Derechos Humanos del Colegio de Abogados.
 La democratización de la  democracia y la libertad de expresión al parecer no son reconocidas por la administración de la UPR.  Inclusive, la administración de la UPR fue cómplice silente al permitir que la Policía de Puerto Rico estableciera donde las personas podían expresarse.  “He visto con mucha preocupación una tendencia a limitar de distintas formas lo que es la libertad de expresión pública.  Ahora la policía interpreta que ellos tienen facultad para interpretar cuáles son los lugares de expresión pública.  Eso es una crasa violación a los derechos humanos.  Eso es nefasto para los derechos de expresión de la ciudadanía, máxime cuando eso es avalado por la Policía”, dijo Osvaldo Burgos (2010, diciembre 26, pp.41). 
“En una democracia lacerada por un gobierno de prácticas dictatoriales y desamparada por su Tribunal Supremo, defender el pleno disfrute de nuestros derechos constitucionales es un deber de todos.  Me reafirmo en que la democratización del gobierno de la UPR tiene que venir acompañada de la confianza en la capacidad y buenas intenciones de los universitarios, así como en su compromiso de asumir las consecuencias económicas y programáticas de sus decisiones en el futuro de la institución y del país” dijo el sociólogo Manuel Torres Márquez (2010, diciembre 17, pp.72).
Las medidas represivas que tomó la administración de la UPR con la complicidad de los tribunales incompetentes eran dignas de una historia de horror. 
La Universidad tiene un carácter simbólico de distinto tipo que la diferencian de otras instituciones, aunque esa imagen no necesariamente corresponda a una situación real.  En cada una de ellas hay valores que se aceptan.  Esto es mucho más difícil en la Universidad de la nación.  La configuración de vinculaciones simbólicas se transforma y readapta en la medida en la que cambian y se complejizan las fuerzas institucionales; se recomponen las ideologías utilizadas de respaldo, conformando nuevas identidades que conviven al interior de la organización (Clark, 1995).
“Una estrategia de enfrentamiento a los retos, y de superación de las barreras que se presentan, constituye la utilización del aprendizaje organizacional, lo que contribuye de manera destacada al aprovechamiento óptimo y al desarrollo del capital intelectual que reside en la comunidad universitaria” (Gómez, 2010). El aprendizaje, entendido este en sentido no sólo del individuo, sino también de la organización, permite aprovechar la experiencia derivada de los problemas sufridos y se convierte así en el elemento idóneo para utilizarlos como mecanismo transformador de las reglas de decisión que durante un tiempo han regido el comportamiento y la capacita para futuras acciones.
El proceso de aprendizaje organizacional se materializa a partir de tres acciones: una, la generación de ideas con impacto; dos, su socialización, y tres, la identificación de las limitaciones de las organizaciones para aprender. Evidentemente, esa solución depende de las capacidades del equipo humano (que no de los recursos, ya que los humanos no son recursos) para desaprender las conductas y prácticas del pasado, así como crear las bases para una nueva cultura organizacional en la que la innovación y la creatividad son elementos consustanciales. El aprendizaje no se expresa únicamente a partir de una nueva concepción respecto de los significados de las prácticas organizacionales, sino que se ha de traducir mediante una capacidad para alcanzar nuevas metas. Es decir, de una capacidad que permita observar el desplazamiento de la organización a situaciones de mayor eficiencia para relacionarse con el entorno. El aprendizaje organizacional no puede ser contemplado como una suma de lo que aprende cada persona, sino de una experiencia compartida en la cual se emplean nuevas ideas y enfoques, y se aplican nuevas técnicas para mejorar el desempeño de individuos, equipos y de la entidad.
Las universidades pueden contribuir ampliamente con la difusión del conocimiento a través del desarrollo del aprendizaje organizacional y del potencial que reside en su capital intelectual.
José Joaquín Brunner establece que “las perspectivas de análisis de los sistemas universitarios son  variadas y que es posible distinguir entre varios tipos de análisis tomando en cuenta diversos criterios de clasificación”. Ilustra además que “los esfuerzos más importantes de integración de estas diversas perspectivas de análisis han evolucionado por dos enfoques relativamente excluyentes entre sí: el enfoque del análisis organizacional y el enfoque del análisis histórico-social” (Brunner, 1988). El  análisis organizacional se centra en las propiedades internas del sistema. Se desarrolla desde adentro del sistema hacia afuera sin abandonar nunca su anclaje internalista. Por su parte, el enfoque histórico-social recorre el mismo espacio de conocimiento pero en sentido inverso: va desde afuera hacia adentro del sistema sin perder nunca su centro de gravedad exterior.
Desde una perspectiva racional, la identidad organizacional se define de tres maneras: creando una identidad; creando una saga; o creando una identidad adaptativa (Tierney 1991).
1- Creación de una Identidad. La organización “se crea combinando tres criterios
esenciales: definiendo la esencia de la organización; determinando sus diferencias respecto a otras organizaciones; y exhibiendo continuidad en el tiempo” (Albert and Whetten 1985).
2- Creación de una saga. Burton Clark señala que la saga es “una misión que engloba a la totalidad de un sistema en el tiempo y el espacio. Abarca a los participantes de un día determinado y liga a sucesivas olas de participantes a lo largo de períodos mayores de tiempo. Esta transforma a una organización en una comunidad, incluso en un culto” (Clark, 1984).
3- Creación de una Identidad  Adaptativa. “Más que enfatizar lo que la organización ha hecho, la identidad se construye alrededor de las ideas de lo que debe de hacerse” (Tierney, 1991).
Clark (1993)  señaló que en términos filosóficos intelectuales y funcionales la universidad del siglo 20 es irreconocible al compararla con el siglo anterior; esto en gran medida debido a las necesidades cambiantes de la sociedad de principios de siglo.
Burton Clark (1983) se enfoca en “la acción interna y el cambio, enfatizando el papel del conocimiento, las creencias, valores y preferencias, articulándolas desde una perspectiva organizacional”. Diseñó un mapa conceptual para interpretar la división de trabajo, la morfología de los sistemas y la institución. Fue el primero en hablar de la Universidad como una institución compleja. Burton Clark establece seis generalizaciones acerca de la evaluación y cambio en las universidades en el mundo.
1-  La constitución histórica de la organización académica se centra en grupos cuyos intereses se arraigan en formas específicas y especializadas de agrupamiento del trabajo académico.
2- Las estructuras educativas establecidas distribuyen los intereses creados con el fin de perpetuarse, agregar intereses y consolidarse.
3- La lucha entre la estabilidad y el cambio se expresa operativamente dentro de los sistemas como un choque entre los mejores intereses creados y los grupos que buscan operacionalizar nuevos intereses.
4- El resultado de la lucha y por lo tanto, el grado de cambio efectuado, están determinados por el poder relativo de los agentes de la estabilidad y el cambio.
5- Dado que en los sistemas académicos la autoridad está distribuida en grupos de
especialistas, es difícil transformar la organización de dichos grupos en contra de su voluntad. Su capacidad para oponerse al cambio favorece la constitución de organizaciones nuevas, en lugar de la transformación de las existentes.
6-  La dosis de poder que poseen normalmente los diversos grupos en un sistema académico está determinado primordialmente por la legitimidad de la ideología y la actividad del grupo.
Toda organización debe tener metas y objetivos establecidos.  A veces, cuando leemos los mismos, nos percatamos lo lejos que estamos de cumplirlos. Cohen y  March (1974) advierten que:
“casi cualquier persona educada podría dar una conferencia titulada ‘La Meta de la Universidad’.  Casi nadie escucharía esta conferencia voluntariamente. En la mayoría de los casos conferencias como ésta, y los ensayos que las acompañan, son ejercicios bien intencionados de retórica social, con muy poco contenido operativo. Los esfuerzos por generar declaraciones normativas acerca de las metas de la universidad tienden a producir objetivos dudosos o con poco significado”.

Héctor Navedo Aponte
Cónsono con el pasado postulado Baldridge (1971)  ilustra que:
“los objetivos de las instituciones académicas no son sólo muy poco claros, también son sumamente debatidos. Cuando las metas declaradas son abstractas y ambiguas, todo el mundo parece coincidir acerca de ellas. Cuando se especifican concretamente y se ponen en práctica, el conflicto aparece. Esta correspondencia directa entre claridad de objetivos y conflicto puede explicar la retórica carente de significado presente en la mayoría de las declaraciones de política académica. Las organizaciones universitarias han desarrollado una estructura con características propias definidas y comunes a la mayoría de ellas. Las organizaciones de educación superior han seguido un proceso de institucionalización” (Scott, 1992).

Imanol Ordorika (2011) establece cuatro marcos en la organización, gobierno y el liderazgo en la educación superior, los mismos son:
            1- El marco burocrático- Se ven las organizaciones como jerarquías mecánicas con           líneas de autoridad claramente establecidas. A- Las metas deben estar claramente        definidas. B- La organización es un sistema cerrado, aislado de la penetración     ambiental. C- Los líderes administrativos tienen el poder para analizar un problema,        determinar soluciones alternativas, escoger la mejor de ellas y ejecutarlas.
            2- El marco colegiado- Las organizaciones son vistas como colectividades en donde       los miembros de la organización son vistos como el principal recurso.  El énfasis          esta puesto en las necesidades humanas y en cómo las organizaciones pueden ser            moldeadas para hacer frente a estas necesidades.  Las universidades son presentadas     como comunidades de académicos que, a causa de su capacidad profesional y de un       sistema de valores compartido, determinan las metas de la organización.  Este            modelo colegiado es útil para entender a las organizaciones estables, o sub-     unidades organizacionales, en donde las preferencias se desarrollan por consenso a      través de la interacción entre los miembros (Bensimon citado por Ordorika, 2011).          El modelo colegiado busca formas de decisión democráticas y participativas y                      pretende resolver las necesidades de la gente y ayudarlos a realizar sus aspiraciones.  El énfasis está puesto en las habilidades interpersonales, la motivación colectiva y           en colocar los intereses de la institución en primer lugar.
            3- El marco político- Desde las perspectiva política, las organizaciones son vistas             como grupos formales e informales compitiendo por el poder para controlar       procesos y resultados institucionales.  Las decisiones son producto de la negación,       la influencia y la construcción de coaliciones.  Este marco parte del supuesto de que          las universidades son entidades plurales con diferentes intereses y valores.  El      conflicto entre estos aparece cuando los recursos son escasos.  La idea de conflicto,            que no está presente en los marcos anteriores, es una característica central de la vida     organizacional. 
            4- El marco simbólico- Desde esta perspectiva, las organizaciones son vistas como           sistemas de significados y creencias compartidas en los que se inventan estructuras     y procesos organizacionales. Los líderes construyen y mantienen “sistemas de            significados, paradigmas, lenguajes y culturas compartidas” (Pfeffer citado por                   Ordorika, 2011) manteniendo rituales, símbolos y mitos que generan un sistema unificador de creencias para la institución (Bensimon citado por Ordorika, 2011).
Los  marcos ofrecen aproximaciones diferenciadas al tema general de gobernanza universitaria desde una perspectiva estructural. Según Ordorika (2011) trabajos más recientes han destacado el lado simbólico de las organizaciones de educación superior y la importancia de la identidad organizacional.
“En términos de financiamiento, la educación superior empresarial como estrategia, también puede aplicarse a las instituciones tradicionales ya que lo determinante para las instituciones empresariales con fines de lucro son las estrategias de oferta académica de acuerdo a nuevas necesidades y requisito del mercado de trabajo como resultado de la economía del conocimiento con proyección global, la producción y servicios domésticos, regionales, internacionales y trasnacionales” (Clark, 1998).

Donald Schön (1982) sugiere cuatro dominios organizacionales:
a) El dominio de la planificación y las políticas: lo constituyen las teorías en uso
elaboradas por el colectivo de profesores para guiar su comportamiento general frente a los ambientes de trabajo de acuerdo con los propósitos que se han trazado. Incluye las representaciones que posean de cómo cumplir la misión encomendada a la institución y cuáles deben ser sus relaciones con el entorno.
b) El dominio de la estructura organizativa: se refiere a las teorías en uso construidas por el colectivo para orientar la interacción entre sus unidades internas. Es relativo a la autoridad. En las universidades, precisa las relaciones y el nivel de decisión entre los órganos que la integran: Rectoría, Consejo Universitario, Facultades, etcétera. el dominio de la estructura organizativa
c) El dominio de la técnica: está compuesto por las teorías en uso aplicadas a la orientación de los roles y funciones en el desempeño de su actividad específica. En
las IES, dado por el nivel de profesionalidad alcanzado, de acuerdo con el
conocimiento teórico y metodológico especializado que posean individual y
colectivamente.
d) El Mundo de la Conducta: lo forman las teorías en uso creadas por el colectivo
para el tratamiento como personas, no como agentes de una organización desde el
punto de vista técnico. Las relaciones que se establecen entre las personas llenan
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